40 Days of Giving 2023: Week 5

Session 5 — Psalm 130

“I wait for the Lord, my soul waits, and in [God’s] word I hope.” —Psalm 130:5

The 40 days of Lent are drawing to a close, and so, too, is our journey through the psalms. From the plaintive cries of Psalm 32 to the quiet comfort of Psalm 23, we have glimpsed the spiritual depth of these hymns and reflected on what they might mean for us today, centuries after they were first recorded.

The psalms can often seem dated, repetitive or obscure. Many of them originated from liturgies or festivals long since passed from memory. Others may be so familiar that we tend to skip over them. Yet within them we find the spiritual turmoil of a people who have experienced the heights of joy at being God’s chosen and the depths of despair at being victims of war and exile. We find lofty praise and pleas for mercy and peace. The psalms reflect the richness of worship and earnest prayer, the spirituality of our ancestors in faith.

Within them, we also uncover the close links between liturgy and community life. Though many of the psalms are tailored for use in religious ceremonies, they paint a portrait of a God who, above all, cares about God’s people. The God of the psalms provides abundantly, loves fiercely and pursues relentlessly, at once the restorer of Jerusalem (Psalm 122), the executor of justice (Psalm 146), the unceasing keeper of Israel (Psalm 121) and a “hiding place” for those stung by stigma and shame (Psalm 32:7).

Each of these images points us toward the realization that our many attempts to divide our life as people of faith from our life as neighbors and citizens of the world fall short of what God calls us to be. True worship, authentic worship is worship lived out in the world. Liturgy finds its most complete expression not in beautiful ceremonies but in beloved community.

The stories we have shared of work supported by ELCA World Hunger throughout the world are stories of worship come to life, of the living liturgical presence of God in our midst. Each of these stories could be its own psalm, filled with earnest prayers, with lofty praise and thanksgiving, and with new insights into who God is.

As we look ahead to the passion of Jesus, the pain of Good Friday and the joy of Easter Sunday, the psalms remind us that we are still discovering who God is and who we are called to be. They remind us too that we find the surest answers by carrying our faith into the world, God’s creation and the many communities we are invited to accompany around the world.

The psalms express what our ancestors found in their search for answers. What will we find as we continue the search? As we encounter new neighbors, as we hear stories of God at work through our partners, companions and congregations, what song will we sing?

We face great challenges. Rates of hunger are no longer falling but rising. Price increases make it harder for us and our neighbors to save for the future — or, in many cases, even envision one. With the psalmist, we “wait for the Lord, my soul waits” (Psalm 130:5). Yet like the psalmist, we find hope in God’s word because “with the Lord, there is steadfast love” and the promise of redemption (Psalm 130:7).

What psalms will sustain us? Perhaps more urgently, what new psalms are being written in our hearts now, as we bear witness to — and share in — God’s ongoing work toward that future?

REFLECTION QUESTIONS

Think about the lessons and stories you’ve read this Lent. What did you, your group or your congregation learn about the psalms, the work of ELCA World Hunger or other perspectives?

What is something that challenged you, your mindset or your group? How did you lean into that discomfort?

How will you begin or expand your support of the ministries described in this study?

As you wrap up this journey through Lent with ELCA World Hunger, what is shaping your experience of Holy Week? How does the death and resurrection of Christ bear witness to our hope in God’s promised future?

Sesión 5 — Salmo 130

“Espero al Señor, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza”. — Salmo 130:5

Los 40 días de Cuaresma están llegando a su fin, y también nuestra jornada por los salmos. Desde los clamores lastimeros del Salmo 32 hasta el consuelo apacible del Salmo 23, hemos vislumbrado la profundidad espiritual de estos himnos y reflexionado en lo que podrían significar para nosotros hoy, siglos después de que fueron anotados por primera vez.

A menudo los salmos pueden parecer anticuados, repetitivos u oscuros. Muchos de ellos se originaron en liturgias o fiestas que hace mucho tiempo desaparecieron de la memoria. Otros pueden ser tan comunes que tendemos a omitirlos. Sin embargo, dentro de ellos encontramos la confusión espiritual de un pueblo que ha experimentado las alturas del júbilo por ser el elegido de Dios y las profundidades de la desesperación por ser víctimas de la guerra y el exilio. Encontramos alabanzas sublimes y súplicas por misericordia y paz. Los salmos reflejan la riqueza de la adoración y la oración ferviente, la espiritualidad de nuestros antepasados en la fe.

Dentro de ellos también descubrimos los estrechos vínculos entre la liturgia y la vida comunitaria. Aunque muchos de los salmos están diseñados para ser usados en ceremonias religiosas, pintan un retrato de un Dios que ante todo se preocupa por su pueblo. El Dios de los salmos provee abundantemente, ama intensamente y persigue implacablemente; al mismo tiempo es el restaurador de Jerusalén (Salmo 122), el ejecutor de la justicia (Salmo 146), el guarda incesante de Israel (Salmo 121) y un “refugio” para aquellos punzados por el estigma y la vergüenza (Salmo 32: 7).

Cada una de estas imágenes nos lleva a darnos cuenta de que nuestros muchos intentos de separar nuestra vida como personas de fe de nuestra vida como vecinos y ciudadanos del mundo no están a la altura de lo que Dios nos llama a ser. La verdadera adoración, la adoración auténtica, es la adoración vivida en el mundo. La liturgia encuentra su expresión más completa, no en ceremonias hermosas, sino en preciada comunidad.

Las historias que hemos compartido sobre la obra que ELCA World Hunger respalda en todo el mundo son historias de adoración que cobran vida, de la presencia litúrgica viva de Dios en medio de nosotros. Cada una de estas historias podría ser su propio salmo, lleno de oraciones fervientes, de alabanza sublime y acción de gracias, y con nuevas percepciones de quién es Dios.

Al mirar hacia adelante a la pasión de Jesús, el dolor del Viernes Santo y la alegría del Domingo de Pascua, los salmos nos recuerdan que todavía estamos descubriendo quién es Dios y quiénes estamos llamados a ser. También nos recuerdan que encontramos las respuestas más seguras cuando llevamos nuestra fe al mundo, a la creación de Dios y a las muchas comunidades que estamos invitados a acompañar en todo el mundo.

Los salmos expresan lo que nuestros antepasados encontraron en su búsqueda de respuestas. ¿Qué encontraremos a medida que continuamos la búsqueda? Cuando nos encontremos con nuevos vecinos y escuchemos historias de la obra que Dios hace a través de nuestros socios, compañeras y congregaciones, ¿qué canción cantaremos?

Estamos enfrentando grandes retos. Los índices de hambre ya no disminuyen, sino que aumentan. Los aumentos de los precios hacen que sea más difícil para nosotros y nuestros vecinos ahorrar para el futuro —o, en muchos casos, aun visualizar uno. Con el salmista, “esper[amos] al Señor, lo esper[amos] con toda el alma” (Salmo 130:5). Sin embargo, al igual que el salmista, encontramos esperanza en la palabra de Dios “porque en él hay amor inagotable; en él hay plena redención (Salmo 130: 7).

¿Qué salmos nos sostendrán? Tal vez más urgentemente, ¿qué nuevos salmos se están escribiendo ahora en nuestros corazones, mientras damos testimonio —y somos parte— de la obra continua de Dios hacia ese futuro?

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN

Piense en las lecciones e historias que ha leído esta Cuaresma. ¿Qué aprendió usted, su grupo o su congregación sobre los salmos, el trabajo de ELCA World Hunger u otras perspectivas?

¿Hubo algo que le fue difícil a usted, a su modo de pensar o a su grupo? ¿Cómo se hizo cargo de esa incomodidad?

¿Cómo comenzará o aumentará su apoyo a los ministerios descritos en este estudio?

Al concluir esta jornada por la Cuaresma con ELCA World Hunger, ¿qué está moldeando su experiencia de la Semana Santa? ¿Cómo la muerte y resurrección de Cristo dan testimonio de nuestra esperanza en el futuro prometido por Dios?

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